El otro día en clase reflexionamos sobre la falta de tiempo y oportunidad para pensar sobre como nos sentimos. Éste sin duda es el primer paso para poder entendernos, querernos y controlar todo lo que nos pasa por dentro. Normalmente los adultos caemos fácilmente en ese bucle de actividad donde nunca hay tiempo para reflexionar (mirar hacia dentro) y las consecuencias son los vacíos que llenamos con más actividad.
En la adolescencia hay que añadir el componente de la tormenta de emociones constantes y la falta de conocimiento propio.
Así las cosas en la tutoría se nos ocurrió crear el espacio e las emociones, un lugar donde poder expresar como nos sentimos, una excusa para mirar para dentro.
Los alumnos lo han asumido con entusiasmo y han empezado a compartir como el sienten. Seguramente este rincón nos de pie para trabajar la inteligencia emocional en clase de una perspectiva más cercana a lo que ell@s sienten. Ya os iré contando.
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